La corrupción de la ética

Victoria Camps escribió sobre las virtudes públicas, destacando con enorme acierto algunas como la solidaridad, la responsabilidad, la tolerancia o la buena educación. Para contrarrestar y mantener el equilibrio, ahora es el turno de la corrupción de la ética encarnada en la gestión de equipos desde las virtudes negativas e internas.

Cuando la gestión de un equipo o de un grupo de personas se hace dejando fuera el “Auriga” del Mito del carro alado de Platón, es decir, cuando el equilibrio en la gestión se deja a un lado, y subimos a nuestro carro a todas las pasiones innobles, surge un fenómeno curioso y muy de moda, la corrupción de la ética. Si nos abstenemos en la llamada a nuestra parte racional, conseguimos un efecto perturbador y nada deseable, el auge del sectarismo, el poder de los erizos con su visión monocromática, en definitiva, la mentira, la ignorancia, la parcialidad, el desequilibrio y la falta de claridad para vislumbrar una toma de decisiones acertada. Hablando en términos de liderazgo y gestión eficaz de equipos, estaríamos ante la corrupción de la ética, propia de mentes intolerantes y fundamentalistas.