Lo imperativo del liderazgo
Los modos del lenguaje con los que normalmente nos comunicamos a efectos de dar instrucciones u órdenes, se asoman en ocasiones al precipicio del imperativo. El modo imperativo es un modo gramatical, empleado para expresar mandatos, solicitudes, ruegos o deseos. Esa forma de comunicarnos con los receptores de nuestros mensajes, con excesiva frecuencia transita por el alambre del mandato directo, dejando poco espacio para la colchoneta del entendimiento.
Este uso autoritario, en
ocasiones útil, cuando es utilizado de forma constante y peyorativa hacia los demás,
incurre en el pecado capital del liderazgo, la prepotencia y soberbia. Si cambiásemos
este imperativo por un modo mucho más claro e intenso, sin caer en la cantidad
de ocasiones en las que debemos repetir mensajes, posiblemente el “yo” pasaría a
un plural expresivo integrador y conciliador. El “plural expresivo” denota
intensidad, una intensidad que, dibujada con los trazos de la humildad,
franqueza y del servicio humilde hacia tu equipo, tiene la capacidad de
transformar mensajes duros en instrucciones honestas y participes de una cultura
del encuentro y la eficacia.
